La cabra, junto con el
perro, es el animal doméstico que acompaña al hombre desde hace más de diez mil
años (Agraz García, 1981), constituyendo una de las especies domesticas más
importantes para el hombre una fuente de alimento (carne y leche),
vestimenta (pelos y pieles), para el control de malezas, siendo además
productora de abono orgánico de alta calidad. (Boza, 1990).
Es un animal de
extraordinaria rusticidad, precocidad, docilidad y adaptación al medio, debido
a que presenta mecanismos de adaptación metabólica que le permite resistir
temperaturas extremas, tanto frías como calor, caminar largas distancias sin
beber agua, tolerar gustos amargos y salinidad, y se clasifican como
oportunistas genéricos por su gran habilidad de seleccionar para su consumo la
vegetación más nutritiva y palatable disponible. Sus características lo
hacen ideal para prosperar en suelos poco aptos para la explotación agrícola o
vacuna, convirtiéndose en una alternativa productiva que permite
optimizar la utilización del recurso suelo. Prefiriendo éstas los ambientes
cálidos, áridos y secos de difícil subsistencia. Su pequeño tamaño y facilidad
de manejo lo hacen apto para el cuidado tanto de mujeres como niños, siendo
éste un factor de autoempleo en poblaciones rurales.
En la República
Argentina, el ganado caprino existe desde la colonización, momento en el cual
fue importado por los españoles y distribuido a lo largo del territorio
nacional. Actualmente, la producción caprina se caracteriza por modificar el
escenario en el que se desarrollan las economías regionales que cuentan con
escasos recursos y condiciones poco propicias para desarrollar actividades
económicas alternativas, dando nuevas herramientas tendientes al sustento de
familias que se desenvuelven en un marco de informalidad y vulnerabilidad
socioeconómica, permitiéndoles desarrollar una nueva actividad generadora de
ingresos propia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario